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Cómo se distribuirán las diferentes vacunas entre los países del mundo

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Hace tan solo unos meses ni siquiera teníamos claro que pudiéramos desarrollar con éxito una vacuna contra el virus SARS-CoV-2. Era una duda razonable ya que nunca habíamos conseguido una vacuna frente a ninguno de los diferentes coronavirus que existen en la naturaleza. Afortunadamente, la potente apuesta económica sin precedentes que el mundo ha puesto sobre la mesa, así como el inmenso esfuerzo y la innovación de miles de investigadores repartidos por docenas de centros e instituciones han conseguido cambiar por completo un panorama que pintaba muy sombrío. De las más de cien candidatas a vacunas, un buen puñado ya está en fases muy avanzadas y, hace tan solo unas horas, Reino Unido ha hecho público la aprobación de emergencia de la primera vacuna de occidente. El Secretario de Salud Británico, Matt Hancock, confirmaba la medida que da luz verde a la vacuna de la farmacéutica Pfizer, adelantándose así a Estados Unidos y a la propia Unión Europea.

Los acontecimientos se suceden a gran velocidad y la pregunta ahora no es si tendremos vacuna sino cuál, cuándo y, sobre todo, cómo se distribuirán por todo el mundo. Esta última cuestión representa una de las más importantes dudas que deberemos resolver durante los próximos meses. La revista Nature ha dedicado un exhaustivo análisis a esta pregunta en el que incluso ha añadido un gráfico con el ranking de países que mejor (y peor) se han asegurado el suministro de vacunas.

Los principales fabricantes de vacunas estiman que podrían producir dosis suficientes para, aproximadamente, un tercio de la población mundial para finales del año 2021. La gran preocupación, por tanto, es también la más evidente: según estimaciones del Duke Global Health Innovation Center muchas personas en países de bajos ingresos podrían tener que esperar hasta 2023 o 2024 antes de poder acceder a la vacunación. Según el gráfico de Nature, Canadá lidera ese “ranking de dosis aseguradas” por habitante, y por si los lectores se lo preguntaban, hace unos días se anunciaba que España ya ha autorizado la compra de más de 70 millones de dosis: 20 millones que ya confirmó en octubre, y otros 53 millones que ha anunciado recientemente. Es probable que sean necesarias dos dosis por persona, pero aún así, serían suficientes para más del 80% de la población española.

Los fabricantes de las tres vacunas que parecen más cercanas a una distribución generalizada, es decir AstraZeneca, Pfizer y Moderna, podrían reunir una capacidad de producción total de 5.3 mil millones de dosis para 2021, lo que significa que durante el año que viene se podría cubrir aproximadamente entre 2.600 millones y 3.100 millones de personas (dependiendo de si la vacuna de AstraZeneca se administra en dos dosis o en una sola dosis). Sabiendo que en la actualidad la población mundial se sitúa en 7.700 millones, parece bastante claro que aún quedan muchos meses para que las vacunas lleguen a todos.

La mayoría de estas dosis ya están adjudicadas. Los 27 estados miembros de la Unión Europea junto con otros cinco países más ricos ya han reservado aproximadamente la mitad (incluyendo las opciones, descritas en sus contratos, para pedir dosis adicionales). Estos países representan solo alrededor del 13% de la población mundial.

Ante este desequilibrio, la Organización Mundial de la Salud creó COVAX, un proyecto que reúne a gobiernos, organizaciones, fabricantes, científico y diferentes sectores privados, con el objetivo de brindar acceso equitativo a los diagnósticos, tratamientos y vacunas de COVID-19. El lema de COVAX es sencillo: en una crisis sanitaria mundial, si no estamos todos a salvo, nadie está a salvo.

Hace tan solo unos meses ni siquiera teníamos claro que pudiéramos desarrollar con éxito una vacuna contra el virus SARS-CoV-2. Era una duda razonable ya que nunca habíamos conseguido una vacuna frente a ninguno de los diferentes coronavirus que existen en la naturaleza. Afortunadamente, la potente apuesta económica sin precedentes que el mundo ha puesto sobre la mesa, así como el inmenso esfuerzo y la innovación de miles de investigadores repartidos por docenas de centros e instituciones han conseguido cambiar por completo un panorama que pintaba muy sombrío. De las más de cien candidatas a vacunas, un buen puñado ya está en fases muy avanzadas y, hace tan solo unas horas, Reino Unido ha hecho público la aprobación de emergencia de la primera vacuna de occidente. El Secretario de Salud Británico, Matt Hancock, confirmaba la medida que da luz verde a la vacuna de la farmacéutica Pfizer, adelantándose así a Estados Unidos y a la propia Unión Europea.

En teoría, COVAX se creó para “aumentar las posibilidades de desarrollar con éxito las vacunas COVID-19, fabricarlas en las cantidades necesarias y garantizar que la pobreza de los países no se convirtiera en una barrera para acceder a ellas”. La inmensa mayoría de los estados del planeta se han suscrito a COVAX, y sin embargo, el suministro de las principales vacunas para el próximo año ya está adjudicado a los países más ricos. Así es el mundo que hemos construido, el dinero sigue mandando y será la economía la que dicte la distribución de vacunas. “Los países con exceso de vacunas podrían donarlas a COVAX, no es cómo se pretendía que funcionara este fondo pero así es como se desarrollarán las cosas”, admite Andrea Taylor, del Duke Global Health Institute.

Los precios de las vacunas también serán fundamentales para saber dónde se distribuyen. AstraZeneca ha afirmado que su vacuna tendrá un precio aproximado de 3 o 4 dólares por dosis, lo que es entre cinco y diez veces más barato que los precios estimados por las otras candidatas. AstraZeneca además se ha comprometido a proporcionar la vacuna sin fines de lucro durante la “duración de la pandemia” y a perpetuidad a los países de ingresos bajos y medianos. Otras empresas no han asumido estos compromisos.

En algo menos de diez meses hemos conseguido desarrollar no una sino varias vacunas, seguras y eficaces. Esto es histórico. La triste contradicción llega al entender que los países con economías más débiles deberán esperar a que los ricos estén servidos.

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